A partir de saberse que Pérez Corradi se borró las huellas dactilares de sus dedos en un intento por evitar su reconocimiento, EL ARGENTINO consultó al técnico en Dactiloscopía Luis Bos, para saber sobre el tema.
Como se sabe, Esteban Ibar Pérez Corradi fue condenado por la justicia como autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez (Provincia de Buenos Aires, Argentina) -como se denomina al asesinato de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina en 2008- y se encontraba prófugo desde 2012.
Y al momento de ser apresado, entre tantos detalles y cambios en su fisonomía, llamó la atención el estado de sus manos. La fiscal paraguaya Sandra Quiñonez informó que Pérez Corradi se sometió a una cirugía para evitar ser identificado por sus huellas dactilares.
“Todo depende del daño que se haya provocado a la hipodermis, la parte más profunda de la piel”, dijo Bos, que trabajó en el Registro Nacional de Reincidencia, cuando EL ARGENTINO preguntó respecto de la efectividad del procedimiento al que se sometió el ex prófugo.
“Qué tipo de daño presenta y qué método se usó, lo desconozco. Sí puedo decir que cuando trabajábamos en el Registro Nacional de Reincidencia y mandaban fichas dactilares de personas que trabajaban con cal o productos cáusticos, eran huellas complicadas porque no se veían bien”.
“Para el caso que nos ocupa, si se afectó sólo a la epidermis, el tejido y la huella se regeneran. Pero todo depende de la profundidad de la lesión, que deberá ser determinada por un médico dermatólogo. En tanto si se dañó la dermis, tendrá una cicatriz que alterará estos patrones. Como en las quemaduras, que tienen grados de profundidad, en este caso habrá que determinar hasta qué capa de la piel se ha dañado”, insistió.
Teniendo en cuenta que cada persona tiene huellas únicas, ¿se puede apelar a las de los dedos de los pies?, preguntamos y Bos dijo “en principio, no son iguales. Hay una tendencia, pero el Registro Nacional de Reincidencia sólo tiene archivos de los diez dedos de las manos”.
El camino sería entonces, realizar un ADN, cotejando con familiares directos.
Pero dando una idea del Sistema Dactiloscópico Argentino Bos recordó “cuando había que identificar cadáveres calcinados, a veces se trabajaba con el pulpejo de un dedo, para después hacer las combinaciones de los nueve restantes, un trabajo que podía demandar años, pero daba resultado”.
Volviendo a las lesiones que presentó el ex prófugo, nuestro entrevistado consignó “siempre queda un rastro”, para recordar que “antes se realizaba el registro dactilar tomando cada dedo y haciéndolo imprimir la huella presionando desde el nacimiento hacia la punta, y a nosotros se nos enseñó a rolar cada uno (de un costado a otro), para obtener una impresión más ancha. Esto es así porque en los costados pueden encontrarse patrones”.
La creación de Vucetich
El Sistema Dactiloscópico Argentino fue creado por Juan Vucetich, entró en vigencia en 1896 y desde entonces es utilizado para identificar personas.
La importancia de este descubrimiento y su protocolización se basa en que los dibujos papilares reúnen tres condiciones que constituyen el fundamento de la identificación papiloscópica:
-Perennidad: las conformaciones papilares se generan entre el cuarto y el quinto mes de vida intrauterina y persisten en el individuo hasta después de su muerte, cuando se produce la disgregación de tejidos por acción de la putrefacción cadavérica. Las alteraciones que sólo dañen la epidermis originan desaparición temporal.
-Inmutabilidad: los dibujos papilares no cambian.
-Variedad: es tan infinita la variedad existente entre papilogramas pertenecientes a todos los individuos de todas las razas, sin excepción, que se ha podido afirmar que no existen dos iguales.
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