El nombre que inmortaliza la brillante obra del maestro Vucetich, es originaria del periodista don Francisco Latzina, quien le sugirió este vocablo en un artículo publicado en La Nación del día 8 de enero de 1894 con el título "Reminiscencias platenses con ribetes antropométricos" y decía:
"Allí en La Plata tuve uno de estos días pasados el gusto de conocer a una persona tan modesta como meritoria, el Sr. Juan Vucetich. Este caballero se halla al frente de la estadística... y presta a la administración policial de la provincia buenos servicios como estadígrafo y a la seguridad pública, muy relevantes, en la identificación de los criminales, no sólo mediante la aplicación de los métodos antropométricos ya conocidos, sino hasta por el uso de uno nuevo y que ha pasado desapercibido hasta ahora, el de la "icnofalangometría". ¡Qué horror!. Está aquello compuesto del prefijo griego ichnos, que significa figura, luego la palabra griega phalax, que quiere decir falange y finalmente, la voz griega metron, que es como quien dice medida: total medición de la figura de la falange. Yo me pregunto qué necesidad ha tenido Vucetich de machihembrar todas esas cosas griegas para designar con un solo nombre la impresión dactilar. Desde luego en la icnofalangometría no se mide nada, por consiguiente está demás lo de "metría"; se observa, se examina, se mira la impresión del dedo, la figura que sus estrías palmares forman. Pues entonces, si es absolutamente necesario que se emplee una palabra griega para denominar el procedimiento, y para que el nombre ese haga juego con el de "antropometría", dígase, por ejemplo: dactiloscopía, compuesto de los vocablos daktylos, dedo y skopein, examinar, vocablo que es más propio, más corto (13 letras contra 17) y hasta más eufónico que icnofalangometría".
Demás está que consignemos, que Vucetich aceptó de inmediato esta sugerencia, y la prueba de ello es que el nombre complicado "icnofalangometría" es por pocos conocido o que demuestra que fue desterrado por Vucetich de inmediato luego de la sugerencia de Latzina.
Ricardo Rosset y Pedro A. Lago
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